Pasé de llorar en el baño de la empresa de marketing para la que trabajaba a liderar mi propio equipo de trabajo
Mi historia es la de mucha gente que estudia muy duro para labrarse un camino y lo que se encuentra al salir al mercado laboral no es lo que le habían contado.
Al terminar mi primer máster encontré el que se suponía era el trabajo de mis sueños, como responsable de marketing en una buena empresa.
Ese tipo de trabajo estable y cerca de casa del que tus padres están orgullosos, tus amigos sienten envidia y tú estás entusiasmado por empezar y dar lo mejor de ti.
Pero ese entusiasmo inicial no duró mucho…
Desde fuera todo parecía muy bonito, pero desde dentro era pura desmotivación.
Mi jefe no valoraba mi trabajo, me hacía sentir siempre inferior, como si mis aportaciones y mis esfuerzos no sirvieran de nada.
Cada día que pasaba se me hacía más difícil ir a trabajar y aguantar las 8 horas (cada vez parecían más y más largas).
Solo pensaba en el trabajo, deseaba que no llegase el día siguiente para ir a trabajar, dejé de tener ganas de hacer cosas y mi vida se vio reducida a aguantar.
Tanto que hasta lloraba encerrada en el baño de la oficina…
Me generaba angustia e impotencia pensar que mi vida sería así hasta la jubilación, demasiado tiempo de sufrimiento.
Un día dije basta, me armé de valor y decidí emprender mi propio proyecto digital, aprendiendo diseño web.
Poco a poco fui haciendo mi negocio cada día más rentable y esto me permitió dejar ese trabajo que tanto odiaba.
Así es como llegué a este punto de estar motivada cada día, trabajar desde casa y tener tiempo para hacer todo lo que quiero.
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